sábado, novembro 07, 2009



La jornada 06 de Junio de 2009

Alerta médica: los transgénicos amenazan la salud

_Silvia Ribeiro*_

La Academia Americana de Medicina Ambiental (AAEM, por sus siglas en
inglés), hizo pública en mayo 2009 su posición sobre los alimentos
transgénicos. Por la salud y la seguridad de los consumidores” llaman a
establecer urgentemente una “moratoria a los alimentos genéticamente
modificados y la implementación inmediata de pruebas independientes y de
largo plazo sobre su seguridad”.

Llaman a los médicos “a educar a sus pacientes, a la comunidad médica y
al público para evitar los alimentos genéticamente modificados”; a
“considerar el papel de los alimentos transgénicos en los procesos de
enfermedad de sus pacientes” y a “documentar los cambios en la salud de
los pacientes cuando dejan de consumir alimentos transgénicos”. Instan
“a sus miembros, la comunidad médica y la comunidad científica
independiente, a recopilar estudios potencialmente relacionados con el
consumo de transgénicos y sus efectos sobre la salud, y a comenzar una
investigación epidemiológica para examinar el papel de los alimentos
transgénicos sobre la salud humana”.

Una importante conclusión en la que basan su toma de posición es que, a
partir de los múltiples ejemplos analizados, “hay más que una relación
/casual /entre alimentos transgénicos y efectos adversos para la salud”.
Explican que según los criterios de Hill (de Bradford Hill, ampliamente
reconocidos académicamente para evaluar estudios epidemiológicos y de
laboratorio sobre agentes que puedan suponer riesgos para la salud
humana) “existe /causalidad/ en la fuerza de asociación, la
consistencia, la especificidad, el gradiente y plausibilidad biológica”
entre el consumo de alimentos transgénicos y los efectos adversos a la
salud.

Entre los efectos negativos, comprobados a partir de decenas de estudios
en animales, mencionan “riesgos serios”, como infertilidad,
desregulación inmune, envejecimiento acelerado, desregulación de genes
asociados con síntesis de colesterol y regulación de insulina, cambios
en el hígado, riñones, bazo y sistema gastrointestinal. Citan, entre
otros, un estudio de 2008 con ratones alimentados con maíz transgénico
/Bt/ de Monsanto, que vincula al consumo de maíz transgénico con
infertilidad y disminución de peso, además de mostrar la alteración de
la expresión de 400 genes.

La Academia señala que ante la generalización del consumo de
transgénicos, lo urgente es realizar estudios epidemiológicos. Esto es
altamente relevante para el caso del maíz en México: aquí el maíz se
consume cotidianamente en toda la población, por lo que los efectos de
los trasngénicos en este tipo de alto consumo son diferentes y muchos
más graves que lo que se puede observar en casos puntuales.

Una fuente citada por el documento de la Academia es el extenso libro
/Genetic roulette/ (Ruleta genética) de Jeffrey Smith, que documenta en
forma minuciosa y con cientos de referencias científicas, 65 casos de
efectos adversos de los transgénicos sobre la salud de personas y
animales, incluyendo casos de vacas y ovejas que murieron en Alemania e
India, luego de alimentarse rutinariamente con cosechas transgénicas.
Este autor alerta que todos somos conejillos de indias para la industria
biotecnológica –que ha podido liberar en campo e invadir los alimentos
con transgénicos sin necesidad de probar su inocuidad para la salud
humana /en ninguna parte del mundo/– pero que particularmente los niños
y las mujeres embarazadas son las que corren mayores riesgos.

La asociación médica refiere también el reciente estudio de la Unión de
Científicos Preocupados de Estados Unidos, que analizando 13 años de
cultivos transgénicos muestran que éstos tienen menores rendimientos y
que si hubo aumento de producción no se debió a transgénicos sino a
manejos de tipo convencional. Introducen este análisis sobre
productividad, para concluir que tampoco en este aspecto muestran
ninguna ventaja, por lo que nada justifica el “serio riesgo para la
salud en las áreas de toxicología, alergia y función inmune, salud
reproductiva y salud metabólica, fisiológica y genética” que representan
los transgénicos, por lo que lo único sensato es aplicar un estricto
principio de precaución, estableciendo una moratoria total e inmediata.

A los riesgos que plantean los transgénicos en sí mismos, se agrega el
aumento de uso de agrotóxicos y las enfermedades que éstos provocan
(están diseñados para usar más agroquímicos, nuevamente no por
casualidad sino por causalidad: los fabricantes de trangénicos,
Monsanto, Dow, Dupont, Syngenta, Bayer, Basf, son también los mayores
fabricantes de venenos agrícolas del planeta).

La trampa está en la inversión de lógica que las trasnacionales han
logrado imponer : en lugar de etiquetar con una advertencia a los
alimentos que contienen agrotóxicos y transgénicos, obligan a que se
tenga que separar, etiquetar y cuesten más caros los alimentos orgánicos
y sanos.

La solidez de las posiciones argumentadas por la Academia de Medicina
Ambiental contrastan con la supina ignorancia del secretario de
Agricultura Alberto Cárdenas y otras autoridades gubernamentales que
declaran –sin /ninguna/ prueba de ello– que los transgénicos no son un
riesgo para la salud. Igual que con los cerdos industriales de Granjas
Carroll y otros grandes criadores. ¿Cuánta gente tendrá que enfermar o
morir para que dejen de proteger –y subsidiar– las ganancias de las
trasnacionales que crean las enfermedades?

Existen muchas alternativas para producir y alimentarse sanamente, que
no implican riesgos, mantienen las fuentes de sustento para las
mayorías, cuidan la biodiversidad, afirman la soberanía alimentaria y
los derechos de los campesinos. Los transgénicos solamente crean riqueza
para unas pocas trasnacionales, amenazando la salud de todos.

*Investigadora del Grupo ETC.

Posición de la AAEM en castellano:
www.biodiversidadla.org/Principal/Contenido/Noticias/Alimentos_geneticamente_modificados

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